Sergio Mejía Cano
El 22 de noviembre se festeja el día del músico; pero también se recuerda esta fecha como el día del asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy (JFK), en 1963, en la ciudad de Dallas, Texas, en los Estados Unidos de Norteamérica. Y si bien se dice que no es ético escribir de asuntos personales en una columna periodística, y menos en primera persona, en ocasiones es necesario para dar el enfoque necesario del tema a tratar.
En ese año de 1963, llegó un nuevo alumno de nombre Javier Laureano al 5° año de primaria del turno vespertino, en donde un servidor estaba cursando, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco; ignoro si Laureano era su segundo nombre o su apellido; pero lo que sí sé, es que de inmediato se destacó por ser el cerebrito del salón, por lo que se hizo el favorito de la profesora Silvia, una muchacha de la que todos los varones del salón y uno que otro profesor de la escuela estábamos felizmente enamorados.
Ese 22 de noviembre del 63, al estar en el recreo, y después de haber corrido un buen rato persiguiéndonos unos a otros, nos sentamos a descansar en el pedestal de la asta bandera, y en eso llega Javier y, sin dirigirse a nadie, nos dice que habían matado al presidente de los Estados Unidos, lo que llamó nuestra atención o por lo menos a mí que ni en cuenta de quién se trataba, y tal vez también a los demás compañeros que ahí estábamos, porque la pregunta generalizada fue: ¿a quién? Y nos comentó que ya venía para la escuela y que en eso llegó su papá a comer, pues trabajaba en un taxi, diciéndole a su mamá -de Javier- que había oído en la radio del taxi que habían matado a Kennedy; y fue todo, de ahí no pasó, pues tal vez debido a nuestra corta edad de diez años, el asunto ahí quedó.
Sin embargo, al llegar a casa, tanto mi mamá como una tía con la que vivíamos en ese entonces, estaban pegadas a la radio oyendo precisamente la noticia sobre ese asesinato. Al ir a la tienda, el tendero hablaba de lo mismo con otros señores que ahí estaban. Así que esto se me grabó en la mente a tal grado que, ya con más edad y estando en la secundaria, algunas veces entre otros condiscípulos tocábamos el tema. Y ya con más edad, me interesó tanto el tema, lo mismo que el hundimiento del Titanic que, cuanta información al respecto caía a mis manos, la leía de inmediato y, cuando obtuve poder económico y adquisitivo, al entrar a una librería al ver publicaciones sobre el asesinato de JFK o el Titanic, de inmediato los adquiría. Claro que hoy en día y con la facilidad del internet, se puede acceder a todo tipo de información sobre estos temas.
En mi caso particular, nunca me tragué ni me he tragado el cuento de un solo tirador, Lee Harvey Oswald, sino que desde un principio en cuanto tomé más conciencia de este caso, me uní a la mayoría de las llamadas teorías de la conspiración, que señalan y afirman que fue un vil asesinato del mismo gobierno de los gringos y desde luego, de los armamentistas que vieron un peligro el que Kennedy quisiera terminar con la invasión a Vietnam; pero más, cuando Kennedy se refirió a que sería mejor que la Reserva Federal, pasara a manos del gobierno de los Estados Unidos, pues esta, está en manos privadas y al parecer es intocable e innombrable el hecho de que alguien diga que se pretenda nacionalizar.
Debido a tantos videos y películas sobre este asesinado de JFK; pero en especial en donde se ve que recibe los disparos, por más que se diga que los disparos vivieron de atrás, es obvio que los recibió de frente, por lo menos el que recibió en la cabeza, según se documentó, fue el parietal derecho.
Posiblemente el tiro que recibió y que hace que JFK se lleve las manos a la garganta sí lo haya recibido por detrás y dicha bala sea la que lesionó al gobernador del estado de Texas, sin embargo, se insiste oficialmente que, el disparo que recibió en la cabeza fue también de atrás, increíble, pues el golpe de la bala hace que Kennedy haga su cabeza hacia atrás y además, lo que se dice de acuerdo a investigaciones no oficiales, lo que la esposa de JFK, Jacqueline, recoge de la cajuela del carro, es un pedazo de cráneo y cuero cabelludo, por lo que por más que se afirme que ese disparo vino de atrás, es inadmisible, ya que la bala, al salir, desprendió esa parte de cráneo y cuero cabelludo.
Es obvio que tenían que asegurar de bien a bien que JFK no saliera con vida de ahí, por lo que pudieron haber sido varios tiradores y no nada más el chivo expiatorio de Lee Harvey Oswald.
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