Por Sergio Mejía Cano
Se ha documentado que, desde que se acrecentó la crisis económica en nuestro país, y el aumento en el costo de los medicamentos alópatas, orilló a muchos mexicanos a volver a recurrir a la herbolaria tan tradicional entre nuestros antepasados tanto mediatos como inmediatos, recurso del que mucha gente se alejó supuestamente por la modernidad y el avance científico en lo que a medicina se refiere.
Allá por los años 50 y 60 del siglo pasado, era común oír a pregoneros que ofrecían un elíxir maravilloso ?curalotodo?, así como cápsulas o comprimidos milagrosos. Recuerdo más o menos que decías: "Que no le digan, que no le cuenten y no crea en eso, aquí le ofrecemos su salud por tan solo un peso. Esta calaverita que traigo en la mano le da la fórmula para quitarse todos esos malestares que lo aquejan. Señora, señor, si usted tuvo sudoraciones durante toda la noche y amaneció con la boca con sabor a centavo, aquí traemos la solución para que esos malestares desaparezcan rápidamente".
Al preguntarle a mi mamá sobre esto, sobre todo del sabor de boca a centavo, me respondió diciéndome que, si por curiosidad no me había metido una moneda a la boca, cosa que desde luego era cierta, porque después entre amigas y amigos de la infancia, coincidíamos en que sí lo habíamos hecho.
Y respecto a la sudoración, me dijo mamá que era común en mucha gente, sobre todo en tiempos de calor, que lo único que hacían los pregoneros era recordar situaciones cotidianas de la gente agregándole que era por tal o cual malestar; así de fácil, concluyó mi mamá.
Es probable que sea común que, en la mayoría de nosotros, nuestras mamás hayan recurrido a remedios caseros cuando nos resfriábamos o teníamos cualquier tipo de malestar ligero o hasta una leve diarrea, gripe o tos, etcétera.
Por lo que quizás también a muchos de nosotros se nos quedó dicha costumbre y más, porque esos remedios caseros nuestras madres los conocían de boca en boca de sus ancestros; de ahí la confianza de hacer uso de tés, frotamientos con alcohol, aceites, ungüentos, etcétera.
Sin embargo, esto de que muchos mexicanos hayan vuelto la vista de nueva cuenta hacia los remedios caseros, así como de hierbas para infusiones y frotamientos, a alguien no le gustó; se dice que a las grandes farmacéuticas no les agradó para nada esta medida, sobre todo de los mexicanos de a pie; porque como para todo hay gente, personas pudientes o que se creen de primer mundo a pesar de estar en el tercero, han llegado a despreciar la herbolaria tachándola de superchería o de cosa pasada.
Y si bien en un principio los medicamentos alópatas se basaron precisamente en las propiedades medicinales de las yerbas, con los avances en la química artificial, los ingredientes activos provenientes de las plantas medicinales, poco a poco se fueron sustituyendo con componentes químicos, por lo que en lo sucesivo estos medicamentos alópatas se convirtieron en aliviadores en vez de curadores.
Porque una cosa es aliviarse y otra curarse. Se ha documentado que hoy en día, la medicina alópata alivia, y las yerbas curan, lo que es muy diferente, porque sentirse aliviado es ya no sentir las molestias de un malestar durante un tiempo determinado, quedando el origen del malestar dentro del cuerpo; pero las yerbas curan sacando el origen del malestar del cuerpo por completo, aunque esto conlleve perores malestares del organismo debido a que está sacando todo lo malo.
Platicando con un naturista, me comenta que ya tiene tiempo en que los tienen bajo la mira, sufriendo ataques de todo tipo supuestamente por la competencia que significan las yerbas para los grandes laboratorios farmacéuticos. Que ya hace años se les obligó a poner la leyenda en los empaques de yerbas para infusión, cápsulas y demás que "Esto no es un medicamento.
Es responsabilidad de quien lo usa y lo recomienda?; supuestamente para inhibir a los clientes y aficionados a las yerbas. Pero como quedó dicho, la venta de los productos naturales se ha incrementado en los últimos años. Aunque como en todo, hay gente que, aprovechándose de la necesidad de salud de muchas personas, han inventado productos aparentemente naturales y denominados como milagrosos que, en sí, han resultado puro fraude; pero afortunadamente son los menos.
Sin embargo, al parecer, vuelve la acometida contra la herbolaria mexicana orquestada tal vez por oscuros intereses para los que la salud de la gente no es negocio; porque curar gente sería ir al fracaso comercial. No es negocio.
Sea pues. Vale.
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