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La persecución a los científicos no es una recta aplicación de la ley

Aquiles Córdova Morán

Miércoles, 29 de Septiembre del 2021. 6:56:00 pm

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El presidente López Obrador aceptó desde el primer momento que sabía de la acusación de la Fiscalía General de la República contra 31 científicos por desvío de fondos, operaciones con recursos de procedencia ilícita y asociación delictuosa, delitos graves los dos últimos que ameritan prisión preventiva oficiosa y penas de cárcel cercanas a la cadena perpetua. Al preguntársele sobre las denuncias, el presidente respondió:

«Tengo entendido que sí, porque se presume que hubo malos manejos de recursos del Conacyt; sin embargo, esto lo va a resolver el juez y el que nada debe nada teme (Nelly Toche, EL ECONOMISTA, 22 de septiembre). En declaraciones posteriores, sin embargo, dejó ver que no se trata de sospechas, sino de certeza absoluta sobre la culpabilidad de los imputados.

Infobae, 26 de septiembre, reseña un artículo del Wall Street Journal: «Usa el sistema para perseguir enemigos»: el duro cuestionamiento del WSJ a la persecución de AMLO contra científicos del CONACyT. En los dos últimos párrafos, la nota dice: ?Para el WSJ, las acciones tomadas por López Obrador contra la comunidad científica no tienen razón de ser, aunque el presidente remarque que los miembros tenían demasiadas influencias sobre los gobiernos anteriores para obtener dinero usado en lujos y viajes al extranjero. «Fue una especie de chantaje y había que darles estos fondos (?) y cuando eso desapareció, esa extravagancia, esos lujos, ese desperdicio, se quejaron de que no estamos invirtiendo en ciencia, que no nos importa la innovación tecnológica»?(las negritas en el original).

Aquí se ve que aquello de -esto lo va a resolver el juez- fue un truco verbal para dar la falsa imagen de que su gobierno es respetuoso de la ley y de la división de poderes, pero, en los hechos, el presidente se arroga el papel de fiscal y juez; acusa y sentencia sin aportar prueba alguna, y sus sentencias no tienen más sostén que el poder que le otorga la investidura presidencial, poder que no lo autoriza para desempeñar esas funciones.

Se trata, pues, de una extralimitación de sus facultades legales y de un peligroso abuso de poder.
Hay más. -En Palacio Nacional, López Obrador exhibió un informe del Conacyt en el cual se asegura que entre 2002 y 2018, la asociación «Foro Consultivo Científico y Tecnológico» recibió 471 millones de pesos del erario para «pagar restaurantes de lujo, viajes, choferes y hasta los impuestos de 40 personas.

Dijo el Presidente: «es un grupo predilecto del régimen anterior, como ya no se pueden mantener los privilegios, pues ahora se sienten perseguidos (no, no se -sienten-, son perseguidos, ACM) (?) que se investigue y, si hay corrupción, que se castigue (pero él acaba de asegurar que sí hay corrupción, ¿para qué investigar entonces? ACM), ¿por qué castigar solamente a los pobres, a los que no tienen con qué pagar su inocencia, que no tienen agarraderas, que no son influyentes? Se tiene que acabar la impunidad»- (Gil Gamés, MILENIO, 27 de septiembre).

Formalmente visto, este planteamiento es correcto, inatacable; y es, además, un tiro certero a la sensibilidad de la población, que lo hace suyo sin ninguna duda. Nadie en sus cabales se atrevería a sostener que un científico, por el solo hecho de serlo, es insospechable de cualquier delito, de corrupción en particular. Y menos todavía que solo se debe perseguir a los eslabones más débiles de la cadena de la corrupción nacional y se deje impune la de los poderosos e influyentes. Todo esto es inobjetable pero de ningún modo prueba la culpabilidad de los 31 acusados ni da derecho al presidente para enjuiciarlos y condenarlos.

Sí demuestra, en cambio, lo erróneo de querer defenderlos apelando exclusivamente a su elevada educación, puesto que eso no implica necesariamente que sean incapaces de corrupción. Creo incluso que no se gana mucho ni siquiera enumerando puntualmente sus aportaciones a la ciencia o a la innovación tecnológica, junto con el beneficio que reciben con ello la productividad del trabajo y al bienestar común.

Aun en este caso, el argumento seguiría siendo frágil y sencillo de desbaratar, como lo ha exhibido AMLO. ¿Qué hacer entonces? Naturalmente que no pretendo dar lecciones a nadie; mi propósito es más modesto: exponer mi opinión y que los posibles lectores saquen sus propias conclusiones.

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