Sergio Mejía Cano
Es obvio que cada quien hable de acuerdo a sus propios intereses, y más si de económicos se trata. Hoy en día se habla de la iniciativa de ley que envió el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), al Congreso de la Unión, para proteger a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), hecho que ha provocado diversas reacciones, sobre todo en el Sector Empresarial, por tal vez, ver afectadas sus inversiones.
Queda claro que no nada más inversionistas nacionales han puesto el grito en el cielo, sino también empresas extranjeras que, se dice, hoy están empoderados en la creación de energía eléctrica, y que como ven que las cosas podrían cambiar drásticamente en sus ingresos, de ahí que estén orquestando una campaña, ayudados por empresarios mexicanos, para que no se lleve a cabo la revisión de los contratos, a los que AMLO ha considerado leoninos, por estar más a favor de los inversionistas que de la propia CFE, antes considerada como área estratégica para el país que, sin embargo, desde hace 36 años se comenzó con el proyecto de desmantelamiento para irla entregando poco a poco a empresas particulares.
Hubo un tiempo en que las comunicaciones en el país, así como la energía eléctrica y el petróleo fueron consideradas como áreas estratégicas para el desarrollo del país; pero llegó la etapa neoliberal y se comenzó a privatizar la mayoría de esas empresas públicas consideradas antaño de la Nación. Por lo que con la mano en la cintura, el otrora partido aplanadora, el PRI, empezó el desmantelamiento de esas áreas para entregarlas al capital privado, nacional y extranjero.
Se nacionalizaron los ferrocarriles, el petróleo, la electricidad, los bancos, los ingenios azucareros, las minas y un largo etcétera de industrias nacionales, que hoy en día ya están de nueva cuenta en manos de la Iniciativa Privada (IP), tanto nacional como extranjera.
Cada día queda más claro que la desaparición de la Compañía Luz y Fuerza del Centro, orquestada en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, fue una clara estrategia para después seguir con la CFE, tal y como estuvo ocurriendo hasta el pasado sexenio de Enrique Peña Nieto.
Con esos contratos a los que AMLO denomina leoninos, se les dio prioridad a las compañías generadoras de electricidad por encima de la CFE, sobajándola de tal manera que, tal y como el mismo AMLO ha dicho, varias de las plantas de la CFE están inutilizadas o trabajando de forma mínima, para dar preferencia a las compañías privadas, por lo que la CFE iba cuesta abajo. Y a pesar de que AMLO ha dicho enfáticamente que únicamente se van a revisar esos contratos que les han dado mucho dinero a las compañías privadas, sean más claros y equitativos para que trabajen a la par de la CFE y esta se fortalezca, debido a que está en un claro declive, a pesar de ser una industria nacional para los mexicanos y no para los intereses privados.
El sector privado tanto nacional como extranjero, tienen temor de otra nacionalización, a pesar de que ya se ha aclarado que no es así, que los contratos se van a respetar, pero siempre y cuando no contengan anomalías en contra del interés nacional.
En una plática a la que asistí allá a mediados de los años 80 del siglo pasado, un señor que se decía de izquierda, hablaba de estatizar todo en el país, hasta las rutas de los camiones, para que todo lo manejara y administrara el Estado Mexicano; pero una voz dijo que en sí, no es tan mala la inversión nacional o extranjera, pero siempre y cuando la IP pagara sus impuestos como era debido; y si el Estado Mexicano tuviera que administrar todo, algo parecido a un Estado Socialista, el resultado sería desastroso, pues era bueno recordad cómo se habían hecho ricos infinidad de directores de las empresas e industrias nacionales. Que en dado caso de que no existiera una corrupción tan arraigada en nuestro país, sí podría resultar; pero estaba visto y comprobado que en eso de administrar el Estado Mexicano empresas e industrias nacionales, desde tiempos inmemoriales han sido un absoluto fracaso.
Y esta voz, puso de ejemplo al vecino país del norte, los Estados Unidos, en donde señaló que ahí la IP siempre había trabajado de la mano de los gobiernos en turno y, que si ahora era una nación poderosa, es precisamente porque allá todo mundo pagaba sus impuesto, aunque claro está que como en todo, también habría quien los eludiera, pero no como en México, en donde los grandes empresarios e industriales, son los que menos o nada pagan de contribuciones.
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