Por: Ramón Larrañaga Torróntegui
La adicción al trabajo, es una epidemia "silenciosa y asesina", que conlleva casi siempre hábitos de vida poco saludables como es el sedentarismo, tabaquismo, alcohol y consumo de drogas- que pueden propiciar un final trágico.
"Los fascinados que ven peligrar su puesto de trabajo, o que lo pierden, están en un alto riesgo de suicidio", y son pocos los que no acaban pegados a esta red destructiva social. Normalmente son personas incapaces de decir "No" y que viven en un permanente estado de ansiedad y estrés por lo que son fácilmente enganchados.
Son personas que por diferentes circunstancias descuidan su salud, no hacen deporte y están enganchadas al tabaco, el alcohol o café, a otro tipo de drogas, con problemas de hipertensión, diabetes y otras dolencias que pueden derivar en crisis cardiovasculares.
No obstante, la gente es "cada vez más consciente de la necesidad de cuidarse". Los adultos se vuelven adictos al trabajo y olvidan que la familia es más importante que la empresa. No saben priorizar responsabilidades y la organización gira en torno a mayor número de horas pegado al trabajo, perdiéndose la calidad de vida personal y calidad de vida profesional.- No es lo mismo trabajar mucho que ser un buen trabajador.
El día laboral se justifica en un esquema bajo la acción en paso de las horas, platicar, distraerse sin dar importancia al rendimiento. Hay que trabajar de manera relajada al existir mucho tiempo para repetir cierta función. Mostrarse ocupado al 100% cuando en realidad lo haga al 40%.
Nadie se ocupara del trabajo ajeno hasta el agotamiento cuando de antemano sabe que no se le compensa en la medida que lo haga, por ello el tiempo de trabajo de 8 horas se vuelve aburrido. Los jóvenes son muy criticados por el hecho de no querer contratarse con esos míseros sueldos sin prestaciones, sin embargo al analizar su mentalidad encontramos que se siguen superando, perfeccionando en su calidad profesional, de vida, se trata de que hacen su propia estrategia a futuro desechando engrosar las filas de la esclavitud engañosa.
Del 100% de egresados en carreras profesionales solo el 10% se emplea y un 2% no va más allá de trabajar tres meses para renunciar y, no es que su mente ande divagando sino que no están de acuerdo en ser explotados sangrando su juventud en tiempo muerto, su futuro a resolver no lo relacionan con la actual exigencia social.
El número de horas a trabajar se estableció en 8 horas diarias. La sociedad mundial va cambiando este tipo de horario al percatarse que con la inclusión de la tecnología no se hace necesario las 8 horas para alcanzar el nivel de productividad necesaria, sin embargo en trabajos físicos difícilmente se modificara esta idea, ejemplo: Albañil, plomero etc.
La realidad es que el trabajo corporativo sigue siendo mediocre en cuanto al desempeño productivo, las personas trabajan por necesidad, sin compromiso ante la insensibilidad de quien la contrata por el bajo sueldo, y condiciones pésimas de estabilidad emocional frecuentemente atribuibles al dueño del negocio causando estrés ante la falta de seguridad laboral. Ese es el real mundo laboral que se vive en México en donde no importa el grado de estudios, la inteligencia, creatividad sino mantenerlo 8 horas dentro del área de trabajo.
Por ello la mayoría de las personas odian ir a trabajar. Mediocremente se ha pensado en disminuir las horas de la jornada laboral y al mismo tiempo el pago de sueldo lo que ocasionara mayor precariedad económica y malestar laboral. En México se trabajan 45 horas semanales y ganan en promedio lo que un estadunidense en tres días, esto es lo que rige la esclavitud moderna. El dueño de la empresa trabaja tres horas por día y se auto adjudica un sueldo muy superior a un empresario estadunidense y, para no dar mayores beneficios a sus trabajadores da de alta en la nómina a su esposa, hijos con sueldos exorbitantes mismos que al final sirven para hacerlos deducibles de impuestos y, acumulativos para su afore de jubilación.
Es deseable por ser su familia y planifique su futuro pero moralmente lo lleva a cabo en contra de la hacienda pública. Es claro el empresario mexicano no contempla como su prioridad la fuerza de trabajo de su empresa y lo considera suyo desde el momento en que paga un sueldo.
El trabajador, no solo hace el trabajo para el cual fue contratado sino que se le exige en ocasiones hacer otro ?Le guste o no? Bajo la oscura amenaza en que si desobedece será dado de baja sin ninguna compensación. Ir a conciliación y arbitraje es caer en manos de abogados cuya acción legal va de la mano del empresario que lo soborna para que parezca legal el despido.
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