Por Sergio Mejía Cano
Se han dado casos de balaceras, ejecuciones o enfrentamientos armados en donde por lo regular se dice que fueron ajustes de cuentas y tan, tan, y posiblemente fin del asunto y a esperar que haya otro ajuste de cuentas para que quede todo ahí sin investigar a fondo o tal vez sin investigar nada para que supuestamente se sigan matando entre sí los grupos delincuenciales.
Y ahora con el incendio del edificio de finanzas de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), con el hecho de que los imputados en el siniestro estén reconociendo su responsabilidad, al parecer ahí se quiera dar por finalizado el asunto sin ir más allá, porque al fin de cuentas con este reconocimiento de su responsabilidad de los imputados aparentemente ya se aclaró todo.
Sin embargo, es de suponer que debe de haber algo más de fondo por todo lo que significó el incendio, el daño causado no tanto al edificio en sí, sino a los documentos que desaparecieron bajo el fuego.
Es poco probable que estos vigilantes que se dicen hoy responsables de lo ocurrido hayan despertado el día de los hechos con la plena convicción de prenderle fuego al edificio de finanzas nada más porque sí; que se hayan levantado de su cama con la idea de llevar a cabo esta acción, y poco más que imposible que hayan tenido un mensaje de mente a mente para que sin hablar entre sí los ahora dizque responsables se hayan puesto de acuerdo en determinar la hora, qué llevar cada quien, si sería con encendedor o cerillos, que clase de combustible utilizarían, a qué horas actuarían, quién rociaría de combustible la parte a incendiar, quién encendería la mecha, hacia dónde correrían cuando las llamas alcanzaran gran magnitud, qué pretextos pondrían cuando llegaran las investigaciones, en dónde estaban cuando comenzó el fuego, etcétera; y desde luego un largo sin fin de detalles que no se pudieron haber planeado en unos instantes, sino que tuvieron que tener y contar con un buen tiempo para ajustar las piezas debidamente y quedar libres de toda sospecha.
Así que ahora no basta con que se hayan declarado responsables del incendio en la UAN, sino que en un verdadero Estado de Derecho, esto enredaría más el asunto porque estos vigilantes quedarían como autores materiales únicamente, pero no como intelectuales debido a que a ellos en nada les perjudicaba, aparentemente, lo que contuvieran los papeles y documentos a incendiar, así como el contenido de las computadores ahí existentes, por lo que se intuye que alguien está detrás de estos ahora auto declarados responsables.
Ahora sale el actual rector Ignacio Peña a decir que los ahora declarados responsables tendrán que pagar una millonaria cantidad de dinero como reparación del daño; y aquí surge la incógnita de si de vigilantes ganaban el suficiente dinero para ahora tener que pagar el daño que hicieron. Porque he aquí el meollo del asunto, si se han declarado responsables del incendio a la torre de finanzas de la UAN, pues que digan el porqué lo hicieron, si nomás por pura ocurrencia sin tomar en cuenta la magnitud de lo que generaría su travesura o si muy en el fondo se sienten pirómanos y por lo mismo les agrada provocar incendios sin importar el lugar que sea, porque siendo así, entonces por qué no incendiaron el Palacio de Gobierno o el Municipal o ya entrados también la Catedral o cualquiera otro lugar muy significativo.
Pero no, se les ocurrió incendiar el edificio de finanzas de la UAN y precisamente cuando el anterior rector Juan López Salazar comenzó a ser cuestionado referente al manejo de los recursos de la UAN y desde luego a la gran cantidad de aviadores que se ha documentado existen dentro de la Universidad y que al parecer es muy difícil arrancar de raíz con el detrimento, qué curioso, a las finanzas precisamente de la UAN.
Sin embargo, desde luego que llama la atención que de un día para otro se hayan declarado responsables del incendio estos vigilantes, ¿sería acaso por haber llegado a algún tipo de arreglo y así dar carpetazo a este tan cuestionado asunto?
Sería bueno recordarles tanto al rector Peña como a estos vigilantes que la ciudadanía ya no se chupa el dedo, y que de querer llegar al fondo de todo este asunto, obviamente que no quedará en la responsabilidad de estos vigilantes nada más, porque el sentido común indica claramente que hay mucho más de fondo y que de querer aclarar todo esto, saldrán varias peinetas volando y varios callos pisados no nada más de la pasada rectoría, sino posiblemente de más atrás.
Sea pues. Vale.
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