Ramón Larrañaga Torróntegui
Se le llama el primer amor: Amar por primera vez a otra persona con ojos de relación, se decide en creer que es lo más sano.- El amar sin prejuicios, es amor correcto, puro, limpio y se desea permanecer sin que el tiempo lo desgate.
Cuando la pierde, busca su perdón, una y otra vez hasta que no existe manera para la reconciliación de intereses. Pasa, un tiempo en espera de reparar las heridas, tratando en encajar con otra persona. Comprende que la experiencia primera se va alejando de su vida.
Ya, no la llama, escribe, ella tampoco lo hace, se acaba la comunicación, está lejos uno del otro, no quieren volver a intentarlo al considerar que el amor como lo conocieron ya murió y lo mejor fue el decirse adiós. Con el segundo amor, se delibera que las cosas van a cambiar o ya sea por las heridas anteriores no suceda consolidar y, al poco tiempo vuele con rumbo diferente.
Los años pasan y el recuerdo de sus frases sigue vigente: No quería perderla, la amaba, era lo mejor que le había pasado.
Rumia: No sé qué haría sin ti (Aún guardo esas caricias). Son muchas las cosas que me contabas. Cosa rara, volvieron aparecer las fotos sin buscarlas. Leer ese lenguaje, único, hermoso. Observar la foto, inventar nuevamente aquel mundo romántico en el que cada canción le hacía recordarle, soñaba en silencio, servía para el desvelo, escribir la plática nocturna en una hoja para ser enviada otro día en el correo personal. Hoy, la vida es diferente, dejo en seguir dentro de su vida. Es una completa extraña como si jamás se hubiesen cruzado en el camino uno del otro.
La mente olvida con el paso de los años ese amor fuerte, esas frases que hacía existiera. Hay momentos en que ya no se pudo seguir juntos, simplemente se marcha cada cual por su camino. Ambos se rinden por diferentes causas, se termina para no volver. Un tiempo en que será testigo de tristeza en mi vida, y, ese refugio en vivir de los recuerdos. Se van guardando, mientras pasa de amor en amor, con la esperanza de encontrar el último para que le acompañe el resto de vida. Va diciendo adiós.
En época cercana se enviaban cartas por correo, se anhelaba una carta suya, que recordara que existía.
A veces la carta jamás llegaba y aunque fueran años de vez se siente la misma sensación de esa espera. Deseabas buscarla, escribirle porque la necesitabas pero lo mejor era no hacerlo, no lo merecía. Regresar era arruinar su vida para siempre, vivir enojado recordando, no darle jamás el amor que ella deseaba.
En lo personal: No fui el mejor, no siempre estuve a la altura de lo que pregonaba pero esas cosas solo yo las sabía. Fui una persona que le escuchaba, podía confiar, en ocasiones aún recuerdo descargabas sus molestias familiares, pero todo eso no sirvió de mucho cuando otro le endulzo el oído, luego vinieron los enfados, las peleas por nada, el mantenerme alejado para que el otro estuviera libre ¿Por qué no habló claro? Porque no enfrentar las cosas.
En lo personal me califico fui un joven celoso.- Era celoso, sospechaba de todos los que se le acercaban y aunque no me gusta hablar de eso por ello lo escribo. A veces pienso que no la conocí y solo le extraño en mis nostalgias, nunca supe lo que era o pensaba, lo que ocultaba en sus ojos, sonrisa. Jamás conocí sus secretos, ni lo que sentía a mi lado. En caricias, era avara, en cuanto a los sueños siempre me visitaba. No le conocía pero estaba enamorado, de los ojos, la sonrisa en labios apetecibles, la voz, lo que creía que era.
Me moría por amarle, verle sonreír sin que nadie le tocara solo yo, acariciando su cabello, mirarme con frecuencia en sus ojos, ver lo hermosa que era, comparada con las demás chicas de su edad. Hermosa en esos años juveniles, pero la belleza es relativa y eso, yo, no lo sabía, simplemente amaba esa belleza, esa ilusión que nos convence que encontramos la chica de los sueños.
Explicar el pasado no es fácil, lo bonito no alcanza descripción a los ojos de quien ama, es como un milagro que motiva, hace sonreír, se ame la vida, se agoten las palabras, el corazón quiera salirse. Nadie entiende ese misterio, pero está allí como un amanecer brillante, una luz ultima para que brillen los ojos de los enamorados.
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