Víctor Corcoba Herrero
Es el momento de unir el cielo con la tierra,
sus moradores donen su corazón,
y eleven plegarias al Niño y alaben a Dios,
porque la paz llega de su mano y nos llena.
Gloria al Niño, con su venida el amor nace,
dejémonos atrapar por su mirada divina,
sonriamos, tenemos hambre de sus caricias,
necesitamos sentir a Dios dentro para vivir.
Mientras el mundo se ve azotado por odios,
y nuestra propia especie se endiosa y degrada,
la Navidad nos recuerda lo necios que somos,
pues la llama que nos llama es nuestro Padre.
Volvamos los ojos hacia sí, retrocedamos
a ese Creador nuestro, hagamos piedad,
pidamos perdón, a ese Jesús de la bondad,
que no fue acogido y que fue crucificado.
En este preciso soplo, por doquier, se percibe
una pobreza de diálogo y de reconciliación,
ayúdanos, ampáranos y protégenos siempre,
que sólo hay una congoja la de no ser poesía.
Ese Niño que nos brota, se acerca y nos ríe,
quiere consolarnos, ofrecernos otras sendas;
las de la verdad, aquellas que hacen justicia,
y las de la ternura, aquellas que nos dan vida.
Comentarios